
Las Amazonas eran un pueblo de mujeres que descendía del dios de la guerra Ares y de la ninfa Harmonía. Su reino se ubicaba al norte, para unos tras las laderas del Cáucaso, para otros en Tracia o en la Escitia meridional.
Se gobernaban por sí mismas, sin intervención de ningún hombre, y a su cabeza tenían una reina.
Diversas leyendas cuentan los combates sostenidos por los héroes griegos contra ellas: Belerofonte en cumplimiento de una orden de Yóbates; Heracles que recibió de Euristeo la misión de ir a las márgenes del Termodonte, en Capadocia, para apoderarse del cinturón de Hipólita, reina de las Amazonas.
Hipólita habría consentido en esta prenda a Heracles, pero Hera, celosa del héroe, provocó una sedición entre las amazonas, y Heracles tuvo que matar a Hipólita y retirarse luchando.
La diosa a la que las amazonas adoraban principalmente era, por supuesto, Ártemis, cuya leyenda tantos puntos comunes ofrece con el género de vida atribuido a ellas: guerreras y cazadoras. Por eso, a veces, se dice que fundaron la ciudad de Éfeso y la construcción del gran templo de Ártemis allí.
Pero Amazonas es el río más ancho, largo, profundo y caudaloso del mundo, y un estado brasileño, llamado así desde 1858.
Francisco de Orellana descubrió y dio nombre al río, recordando la antigua leyenda griega al tener noticias de una tribu femenina de guerreras que opuso feroz resistencia a los conquistadores.
por Mª Lucía Naranjo Simoes (que también ha llegado a nosotros desde aquel lado),
alumna de Cultura Clásica de 4º del I.E.S. Ruiz de Alda
Muchas gracias Mª Lucía por adentrarnos en esta nueva perspectiva de la Historia.
ResponderEliminarWell done!!!!!
Doña Díriga