INVITAMOS A TODOS LOS QUE ESTÁIS AL OTRO LADO DEL aTLÁNTICO A PARTICPAR EN ESTE EXPEDICIÓN

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Yo, nativa digital, llegué a Sonora, México y no conquisté nada, fui totalmente conquistada. Ana Municio/Lamunix (contribuyente de este proyecto).

"No te dirá la Historia lo que tienes que hacer, pero sí lo que debes evitar" Javier, un lector (contribuyente de este proyecto)

martes, 2 de noviembre de 2010

LA EMIGRACIÓN CANARIA EN EL SIGLO XVI


            La conquista y colonización de las Canarias centrales corre paralela al Descubrimiento de América. Cuando Colón arriba al Nuevo Mundo todavía las islas de Tenerife y La Palma no habían sido conquistadas por Alonso Fernández de Lugo. Casi noventa años antes, un francés, Juan de Béthencourt, había iniciado la ocupación de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro e incorporado su señorío de las Canarias a la Corona de Castilla. En esos años, se asiste a un período de profundas transformaciones en el Atlántico que modificarán por completo la economía mundial con la expansión de las potencias europeas por nuevos territorios hasta entonces desconocidos o de difícil y complejo acceso.
            En esa época de profundas transformaciones, un Archipiélago poblado por un pueblo neolítico, sometido a esporádicas y constantes razzias en busca de esclavos, enclavado en un área hasta entonces marginal y de difícil navegación para los conocimientos científicos y tecnológicos del momento, pasaría a ocupar un papel de centro de intermediación, de transmisión y de difusión de tecnologías, cultivos y plantas. El descubrimiento y la colonización de las Antillas por Colón convirtió a las Canarias en un escenario privilegiado, en un laboratorio experimental siempre tenido en cuenta como punto de partida para la política española en un medio diferente y desconocido; la única referencia de la acción de la Corona sobre un pueblo en un estadio cultural bien distante, que nunca había conocido la llama del Evangelio y sobre el que teólogos y expertos en derecho dictaminaban su naturaleza humana y la potestad de intervenir por derecho de conquista sobre sus tierras.
            Canarias será desde entonces el primer espacio de Indias, o las Américas una isla Canaria por ganar, como diría un escritor de la época. Todavía en pleno siglo XVIII se pensaba desde la Península que Canarias era un Reino de Indias, como mostraba un instrumento notarial del País Vasco. Plantas asiáticas como la caña de azúcar y la platanera se habían introducido en las islas, y desde ellas serían llevadas a Indias. Técnicos canarios trabajarán en el primer ingenio del Nuevo Continente en Santo Domingo. El ñame africano penetrará desde bien pronto en el ámbito caribeño. Lo mismo ocurrirá con el cerdo, la cabra, el perro y la oveja, que, conducidos desde las Islas, se esparcirán por las Antillas. Se intentará aclimatar a los camellos en Los Andes a mediados de la centuria e incluso los primeros sarmientos de vid cultivados en Perú tendrán esa misma procedencia.
            Las Canarias fueron, por tanto, un intermediario en la difusión de plantas y animales en ambos lados del océano. La papa se aclimatará rápidamente y se conocen desde bien pronto exportaciones hacia Europa. En una fecha tan temprana como 1567 ya eran enviadas a Flandes. En unión del millo transformará la agricultura isleña convirtiéndose en la alimentación por excelencia de las clases bajas de la sociedad. Sus elevados rendimientos, muy superiores a los del trigo, y la complementariedad de su cultivo con el viñedo harán que  se generalice mucho antes que en Europa.
            Canarias se convierte por su posición y la acción de los vientos alisios en la ruta y el paso obligado para las Indias. Tan favorable era la travesía que llegó a llamarse Ruta de las Damas. Por tales circunstancias, la gran mayoría de los barcos y las flotas que marchaban hacia América hacían escala para repostar en los puertos canarios.
            Como pioneros de un medio nuevo, los canarios participarían en la conquista como expertos guías. Entre 1492 y 1506 al menos 12 de las mayores expediciones hacen escala en La Gomera o Tenerife. Entre ellas las de los mayores nombres de la conquista como Colón, Ojeda, Vespuccio, Pedrarias, La Cosa, Yáñez u Ovando. Las Canarias tienen el privilegio de comerciar con Indias desde los comienzos de la colonización del Nuevo Mundo. Esta circunstancia será decisiva para el papel que el Archipiélago desempeñará en la travesía. El monopolio sevillano no tiene control efectivo del movimiento de personas que parten desde el archipiélago hacia tierras indianas. Por ello, todos los que por sus características personales tienen problemática su partida desde Sevilla se trasladarán al archipiélago para adentrarse sin control en América. Una Real Orden de 1511 simplemente especifica que los canarios parten solamente con la autorización del capitán del navío.
            De esa forma, canarios o residentes en Canarias se convierten en parte integrante de las expediciones de conquista y colonización. Pedro de Mendoza en ruta al Estuario de la Plata, donde efectuará la primera fundación de Buenos Aires, recluta tres compañías de soldados en Tenerife en 1535. Al año siguiente Pedro Fernández de Lugo, hijo del primer Adelantado, forma una expedición de 1.500 soldados, la mitad de ellos isleños, para la conquista de Santa Marta en Colombia. Su expedición jugará un significativo papel en la entrada de Jiménez de Quesada en el Río Magdalena y la Sabana de Bogotá. Pedro de Heredia en el Sinú, Diego de Ordáz en Paria, Jorge Spira en Coro, Francisco de Montejo en Yucatán y Hernando de Soto en Florida, financiado en parte por el Conde de La Gomera, reclutan expedicionarios en el Archipiélago.
            Pero la discusión fundamental sobre la participación de Canarias en la conquista y colonización de América en el siglo XVI estriba en hasta qué punto se puede denominar como canarios a los que se embarcan desde las islas para adentrarse en el Nuevo Mundo. Analola Borges ha calculado en 10.000 el número de isleños emigrados a Indias en esa centuria. Pero ¿cuántos de ellos eran realmente originarios de las islas? Debemos tener en cuenta que a principios de siglo eran todavía tierra de conquista. Se estaban estableciendo pobladores, que evidentemente eran portugueses, castellanos o andaluces. Las facilidades de emigración clandestina eran un poderoso estímulo para trasladarse hacia ellas. Determinar el origen de los expedicionarios es en buena medida una tarea imposible. Reflejar su rango de vecinos es algo igualmente complicado.
            Por todo ello no podemos hablar de emigración canaria en sentido estricto, sobre todo cuando se plantean cifras tan elevadas en una sociedad que está en sus comienzos, en proceso de formación y consolidación tras el trauma de la conquista. Pero es indiscutible que las Canarias fueron una base o un centro de intermediación para el traslado al Nuevo Mundo en un porcentaje mucho más elevado de lo que se ha sostenido hasta la fecha, especialmente para aquéllos que todavía hoy consideran el Catálogo de Pasajeros a Indias del monopolio sevillano como una Biblia.
            Se da la circunstancia de que la sociedad canaria se asienta como tal de forma paralela al proceso de conquista y colonización de América. Esta característica hace sumamente complejo el fenómeno y la causalidad migratoria, puesto que al mismo tiempo que la llamada de Indias incita a la búsqueda del Dorado, colonos de otras áreas son atraídos al archipiélago para la puesta en explotación de sus tierras. La combinación de ambos factores, la atracción indiana y la consolidación de la sociedad canaria integrarán la madeja de las relaciones canario-americanas desde el siglo XVI. Canarias, al mismo tiempo que recibe pobladores, que trafica con esclavos para impulsar el cultivo de la caña y para exportar a Indias, ve como progresa y se estanca su azúcar ante la competencia brasileña a partir de la segunda mitad de la centuria. Pero la crisis se palia con el alza de la exportación vinícola desde ese mismo período, que hace que el recambio no se haga de forma traumática.
            Los puertos de las tres islas realengas comercian con Indias. Se da salida a sus productos, entre ellos el vino; pero también se abre la puerta al contrabando. Este régimen mercantil privilegiado convierte al archipiélago en un vehículo para la penetración económica de las potencias europeas, interesadas en participar en los beneficios de las riquezas metalíferas de Méjico y el Perú. La interacción de todos estos factores nos explicita la singularidad y complejidad del trasiego humano entre Canarias y América.
            Se puede considerar como canarios a los nacidos en las Islas o avecindados durante cierto tiempo en ellas. Emigraron hacia Indias en número mucho más considerable que el nulo o prácticamente insignificante del que lógicamente habla el registro de pasajeros de Sevilla. Ningún canario iría a inscribirse en circunstancias normales a Sevilla pudiendo viajar directamente. Sin embargo, por la complejidad de los factores antes aludidos, no se puede hablar de emigración masiva específicamente canaria hasta la segunda mitad del siglo XVII.
            Habría, pues, que revisar el papel tradicionalmente asignado al Archipiélago. Lo que es indudable es que Canarias participó en las empresas de conquista y de colonización en un nivel muy superior al planteado por las fuentes tradicionales. Reseñemos al respecto algunas de ellas. A Pedro de Heredia se le concede facultad para llevar 100 hombres desde las Canarias a Colombia. Die go de Ordaz, gobernador de Paria, llevó 350, y su sucesor Jerónimo de Ortal 80 desde Tenerife. El alemán Jorge de Spira, al servicio de los banqueros Welser, a los que Carlos V había cedido la colonización de Venezuela,  reclutó en Canarias “doscientos hombres, los primeros que encontró en aquellas islas, sin reparar que fuesen de los bastos y groseros que suele producir aquel terreno”, como despectivamente señalaría José de Oviedo y Baños en su Historia de la conquista y población de la Provincia de Venezuela. Cristóbal de Frías Marañón, capitán de la flota de Mendoza, en su expedición al Río de la Plata recoge expedicionarios en Canarias, que completan los reclutados por su jefe. En 1531 el gobernador de Santa Marta (Colombia) solicita al rey gente de Canarias para poblarla, porque la que llega de la metrópoli fallece en un 80% al poco tiempo de su arribada.
            En 1519 Lope de Sosa, gobernador de Gran Canaria, pasa a América. Recluta cierto número de vecinos de esa isla, que marchan con sus mujeres. En 1534 Bartolo mé García Múxica, fundador de Nombre de Dios (Panamá) concierta con varios vecinos y transeúntes su traslado. Pedro Menéndez de Avilés, nombrado por Felipe II Adelantado de la Florida, parte de Cádiz en 1563 con 1.500 hombres y 10 navíos. Llega a Gran Canaria el 5 de julio de 1565 y zarpa de su puerto. En 1569 partirían con ese destino un grupo de labradores canarios. Diego Hernández de Serpa, Gobernador de la Nueva Andalucía (Venezuela), parte de Sanlucar en 1569. Hace escala en Las Palmas de Gran Canaria y concierta con su pariente Adriano Padilla el envío a su costa de 200 hombres de guerra, de los que 50 serían labradores casados que se desplazarían con sus mujeres e hijos y 400 esclavos, una tercera parte de ellos hembras. Algunos de los fundadores de Cumaná serán precisamente originarios o vecinos de Canarias y se integrarían dentro de su oligarquía local.
            Pedro Fernández de Lugo, segundo Adelantado de Canarias, que había solicitado infructuosamente del Monarca la conquista del Río de la Plata, emprende en 1535 la de Santa Marta, en Colombia. Como resultado de ella, se fundan localidades en esa región como el puerto fluvial de Tenerife en el río Magdalena o La Palma. Una parte de los expedicionarios eran originarios de las islas.
            El profesor Lobo, en su estudio sobre las relaciones entre Gran Canaria e Indias en el siglo XVI, ha puntualizado que entre 1508 y 1565 están documentadas 211 personas que emprendieron viaje a Indias desde esa isla. De ellos 84, el 39%, eran naturales o vecinos de Canarias, el resto eran peninsulares o extranjeros. La mayoría eran varones, sólo 4 mujeres y dos de ellas con su marido. La mayor parte, 67, se dirige a Santo Domingo. El segundo destino, 34 personas, era México y el tercero, con 14, Panamá. Estos datos, elaborados a partir de protocolos notariales grancanarios, dan una medida bastante exacta de la realidad migratoria de una de las Canarias, que podría extrapolarse, teniendo en cuenta la compleja diversidad insular, a La Palma o Tenerife, para medir su volumen y su procedencia.
            La primera referencia de colonización organizada en las Antillas por canarios con fines pobladores se frustró. Aconteció en 1533 cuando Pedro de Bolaños fue autorizado a establecer una villa en Montechristi (N.O. de Santo Domingo) con una compañía de 70 labradores de la Península y Canarias. Su fundación debía de haberse llevado a cabo en 1545, porque así lo especificaba  un acuerdo entre la Corona y el canario Francisco de Mesa, que se comprometía a llevar 30 familias isleñas, convirtiéndose a cambio de ello en su gobernador. Pero la despoblación de Santo Domingo era un hecho. Mayores alicientes brindaban México, Perú o Colombia. En 1530, oficiales de La Palma solicitan a la Corona que a la mayoría de los residentes de Portugal y Castilla que deseasen ir a Indias se les incentivase con licencias de embarque y tierras a su llegada. Tres años más tarde, una Real Cédula ordena que no se ponga impedimento a los colonos canarios para cruzar el Atlántico. Este decreto se reitera en 1555, pero se insiste en la obligación de residir en el territorio asignado un mínimo de años. Debemos tener en cuenta que se trata de estimular por la Corona la emigración a Santo Domingo, ante los riesgos que ocasiona su despoblamiento y la existencia de piratas franceses y holandeses en su costa. Pero se convierte en una excusa para establecerse en el continente.
            El carácter marginal a que quedan relegadas las Antillas tras la conquista de México y el Perú contribuye en buena medida a su creciente desinterés y desabastecimiento por parte del monopolio sevillano. Por contra, su comercio pasa a ser asumido por los canarios. Pierre Chaunu sugiere que 20 naves isleñas cruzan el Atlántico con destino al Nuevo Mundo entre 1550 y 1627. Parten al margen de la flota y a menudo sin autorización. Este tráfico es muy apreciado en las Antillas por el bajo precio del vino y el mercado de contrabando que abre. Hasta finales de la centuria Santo Domingo es su centro privilegiado, que origina necesariamente un trasiego de personas. El azúcar reemplaza al oro dentro de su economía. En 1569 se trasladan maestros de ingenios que deben permanecer en La Española por espacio de al menos 6 años. Pero, con todo, la decadencia es irreversible en la primera capital del Nuevo Mundo.
            En el último tercio del siglo XVI La Habana sustituye a Santo Domingo como el principal destino canario. Se calcula que los isleños representaban entre 1585 y 1645 alrededor del 25’6% del total de los inmigrantes en La Habana. Un floreciente comercio canario-cubano reemplaza la incapacidad o desinterés del monopolio sevillano hacia el mundo antillano. Aunque no se trata de una emigración masiva, de forma lenta se irá desarrollando un movimiento poblacional de comerciantes y de agricultores canarios hacia la Perla de las Antillas, entre los que destacará la familia palmera Díaz Pimienta. Su predilección como pobladores aparece documentada ya en esos años. El capitán Sánchez Moya insistió, en 1611, ante el rey Felipe III sobre la necesidad de aumentar la población de Santiago del Prado en el oriente de la isla, con 50 familias isleñas, cuyo aporte preveía esencial en la industria azucarera. El monarca lo aceptó pero autorizó el traslado de tan sólo 10 familias.
            El bajo coste del pasaje y las facilidades dadas para la emigración desde Canarias eran un considerable aliciente para su potenciación. A partir de 1570 su precio tiende a descender como consecuencia de la creciente oferta mercantil. El marco legal había favorecido el embarque de soldados, de pobladores e incluso de extranjeros que tenían restringida la emigración desde Sevilla. En la segunda mitad de la centuria, ante el despoblamiento antillano, se autorizó el embarque legal para poblar La Española. A los jueces de registro establecidos en Gran Canaria, Tenerife y La Palma, para frenar la despoblación y obstaculizar la migración clandestina, sólo se les autorizó  el envío de colonos a Santo Domingo. Desde esa isla era fácil marchar hacia el continente. Además el fraude y la venta de permisos eran mucho más sencillos y económicos que emprender tal corruptela en Sevilla.
            Era prácticamente imposible  evitar los embarques clandestinos en las tres islas que podían comerciar directamente con América. Pero lo mismo acontecía con aquéllas que lo tenían prohibido. ¿Quién podía controlar que alguien se incorporase desde ellas a los navíos que partían desde las que tenían permiso? Tal dimensión presentó la emigración ilegal que en 1574 la Corona prohibió el embarque de los vecinos de Gran Canaria a propuesta de su Juez de Registro y regidor Pedro de Escobar, quien argumentó para ello la despoblación de la isla y la debilidad defensiva que ocasionaba. Ello no fue óbice para que lo hicieran desde Tenerife o La Palma hasta 1599, año en que la prohibición se hizo extensiva a las tres islas realengas.
            Con prohibición o sin ella, las corrientes migratorias continuaron amparadas incluso en la suprimida Real Cédula que permitía el embarque hacia la Española. El Juez de Registro de Gran Canaria había aludido en 1609 al exceso de pasajeros que marchan a Indias desde las islas con la excusa de tal cédula pobladora de Santo Domingo, pretexto de que se valían para tolerar el embarque los jueces de las otras dos islas. 
Profesor de Historia de América de la Universidad de La Laguna 

2 comentarios:

  1. Muy interesante texto para reivindicar el papel de las islas Canarias en el descubrimiento del Nuevo Mundo.
    Estoy aprendiendo mucho de todos vosotros.

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  2. JJ con tu permiso, hemos remarcado alguna información porque ya sabes lo que tienen los blogs, y la diversidad de público a la que nos dirigimos, hay varios niveles de lectura.
    Es un poquito de técnica perceptiva porque no se puede pasar, sin realizar algún tipo de lectura, esta "Joya de la Corona"
    ¡Menudo lujo contar con esta información tan precisa y rigurosa!
    ¡Lo que dan de sí unos plátanos mal colocados en una fecha historica!
    Hoy, esos plátanos han servido para explicar la Historia en cuarto de primaria ¡en Londres! y ahora estoy segura de que más de uno leerá , del tirón este excelente post.
    Gracias a Manuel por compartir tanto trabajo de investigación y a JJ por compartirlo en la Red.

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